30 Jul Orbiting: qué causa su práctica y qué consecuencias tiene para quien lo sufre.
¿Recuerdas al perro del Hortelano? Efectivamente, ese que ni comía ni dejaba comer. Pues este perro simboliza a la perfección otro fenómeno muy propio de estos tiempos digitales: el orbiting.
De nuevo estamos ante otro extranjerismo que se utiliza para definir un comportamiento que, si bien no es novedoso en absoluto, sí es cierto que se agudiza y se vive de otra forma en estos tiempos en los que la comunicación entre dos personas tiene un importante componente digital.
Como ocurría con el ghosting o el breadcumbing, la práctica del orbiting responde a una serie de razones concretas que llevan a ciertas personas a actuar así. Tal y como mencionamos antes, aunque este tipo de comportamiento ha existido toda la vida, los canales digitales han provocado que se viva de otra manera mucho más intensa e inmediata.
Pero vayamos por partes. Primero vamos a explicar qué es el orbiting, qué suele llevar a una personas a practicarlo y, lo más importante, qué consecuencias produce a quien lo sufre.
¿Qué es el orbiting?
El orbiting, aunque puede que sea un fenómeno digital del que se habla menos, probablemente sea el más practicado y el que más estragos causa en la salud mental de quienes lo sufren, generando incertidumbre, confusión, falsas esperanzas y ansiedad.
Como decíamos, el orbiting es el perro del Hortelano, ese que ni come ni deja comer. Lo que traducido al mundo de las relaciones personales y las redes sociales hace referencia a esa persona que, aunque afirma no querer tener un vínculo emocional-afectivo con otra, tampoco desaparece de su vida, al contrario, mantiene una vigilancia activa y una constante interacción a través de los canales digitales que dejan un rastro confuso.
Los casos se cuentan a millones: dos personas se conocen, empiezan a quedar, poco a poco inician una relación sentimental hasta que una de ellas decide poner fin a la historia. Lo que ocurre es que en vez de desaparecer o mantener una relación de amistad sana y natural, comienza a estar omnipresente en los canales digitales de quien era su pareja: comenta todas sus publicaciones, da like a todas sus fotos y ve todas la historias que sube a las redes sociales.
Sin embargo, nunca responde a mensajes directos, ni a WhatsApp, ni a correos electrónicos ni a llamadas. Solo mantiene ese curioso contacto que consiste en “estar continuamente sin estar” a través de esas pequeñas interacciones que provocan un vuelco en el corazón de la otra persona y le impiden pasar página.
Pero, ¿por qué alguien practica el orbiting?
Desde el punto de vista psicológico, y basándonos en nuestra experiencia realizando terapia de parejas en Pozuelo, orbitar alrededor de una persona sin querer tener nada con ella es una forma de evasión emocional y de llamar la atención muy propia de las personas narcisistas.
No quieren desaparecer de la vida de esa persona que les hace caso y esas interacciones digitales no les exponen ni les comprometen a nada, pero son una forma de seguir siendo el centro de atención de las vidas de sus exparejas, además de una estrategia muy pensada para no soltar del todo y dejar ese cabo ahí por lo que pueda pasar.
Si concretamos algunos de los motivos que suelen estar detrás del orbiting destacan:
1.- Evadir la culpa por cortar la relación.
De esta forma sienten que quedan bien con la otra persona, que la compensan de alguna manera, que entre ellos todo es normal… Una forma de no sentirse culpables de la ruptura y de quedar bien.
2.- Mantener vivo el contacto por indecisión:
Esos likes, esos comentarios, esos emojis… mantienen una especie de flirteo que hace que la relación no parezca definitivamente acabada. Y eso es muy propio del perfil narcisista que no está seguro de querer cortar los lazos y prefiere dejar una puerta abierta a la reconciliación… o simplemente al tonteo para alimentar su ego.
3.- Alimentar el ego:
El punto anterior nos lleva directamente a este. En muchos casos, el orbiting no tiene nada que ver con la persona que lo sufre sino con quien lo practica: lo hace solo por y para ella misma. De esta forma, alimenta su autoestima, hace que la otra persona siga interesada en ella y no deja morir una historia solo porque eso es lo que necesita su ego: saber que la otra persona sigue ahí.
¿Y qué le pasa a quién sufre orbiting?
Pues esta práctica puede ser especialmente cruel y perjudicial para quien intenta pasar página, dejar atrás una historia que no salió como esperaba y que le ha hecho daño emocional.
Además, quien recibe ese orbiting tiende a interpretar cada una de esas apariciones digitales como una muestra de interés, de que la otra persona está pendiente de ella… Incluso muchas personas perciben esa constante presencia digital como una manera de decirles que no la olvidan, alimentando unas expectativas que no se suelen corresponder con la realidad casi nunca. De esta forma, siguen teniendo a esa persona en su mente, lo que les ancla al pasado y les impide recuperarse, avanzar y estar preparadas para otra nueva oportunidad.
La manifiesta vigilancia y el contacto digital complican los procesos de ruptura, generan un sentimiento de incertidumbre y confusión, además de que suelen ser interacciones que juegan con la ambigüedad para no dar pie a nada explícito. Ahí es donde suele aparecer la ansiedad, los recuerdos, la baja autoestima, el volver a sentirse engañado/a… En definitiva, sentimientos que no ayudan a superar una ruptura y que pueden hacer mucho daño.
Nuestro consejo si estás viviendo algo así es que intentes no dar ninguna importancia a esas interacciones y, ante la duda, priorizar la comunicación clara y directa y no entrar en ese juego de likes e indirectas. Y como siempre, si necesitas ayuda, ya sabes que puedes contar con el equipo de Centro de Psicología Integral MC.
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