Tratamientos para la Tercera Edad

Demencias

 

Las personas con Demencia presentan numerosos déficits cognoscitivos que incluye, un deterioro de la memoria, aparaxia o deterioro a la hora de realizar actividades motoras, afasia o dificultades y cambios en el lenguaje, agnosia o deterioro de la capacidad para reconocer objetos, deterioro en las actividades de la vida diaria y alteraciones en el carácter.

 

La Demencia puede ser causada por una enfermedad médica, por el abuso continuado de sustancias, por múltiples etiologías o no tener causa específica.

 

La aparición de este trastorno no suele estar claro, emerge de forma lenta y progresiva, además las personas con Demencia suelen ocultar sus déficits ante los demás, lo que hace más difícil su diagnóstico y tratamiento temprano.

Algunos de los síntomas que presentan son los siguientes:

 

  • Mayor deterioro de las habilidades cognitivas por la noche.
  • Deterioro en la orientación espacial y temporal.
  • Pérdidas de memoria objetivas.
  • Peor memoria para hechos recientes.
  • Poca o ninguna angustia por los síntomas.
  • Alteraciones en la respuesta afectiva. No reaccionan ante el rechazo.
  • Pérdida de conciencia de las normas y habilidades sociales.
  • Andar nocturno.
  • Dormitar diurno.
  • Poca fluidez verbal.
  • Minimiza la importancia de los errores en las tareas cognitivas.
  • Vocabulario pobre.
  • Dificultades para prestar atención y concentrarse.
  • En ocasiones reconocen su deterioro en comparación con el pasado.
  • Pocas o vagas quejas de las dificultades.

 

Depresión

 

La depresión se caracteriza por un estado de ánimo triste, melancólico y/o una pérdida de interés en casi todas las actividades que el individuo realizaba. Para las personas de la tercera edad con este trastorno, influyen una serie de variables cognitivas y conductuales que hacen que exista una mayor probabilidad de padecer depresión, estas variables son:

 

  • Percepciones subjetivas de problemas de salud e incapacidad física.
  • Con frecuencia experimentan menos sucesos agradables que cuando eran jóvenes.
  • Se sienten con menos recursos para afrontar sucesos estresantes y esto hace que los vivan con mayor aversividad.
  • Debido a la soledad, a los problemas físicos, sociales o económicos, tienden a centrar su atención en sus percepciones subjetivas de enfermedad, lo que hace que aumente su malestar.
  • Pensamientos rígidos sobre las relaciones familiares, implicaciones de la jubilación o de la edad, que les lleva a sentirse mal, a dejar de realizar múltiples actividades, a la pasividad…

 

Los síntomas que presentan estas personas suelen ser algunos o todos de los siguientes:

 

  • Estado de ánimo deprimido.
  • Disminución de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades.
  • Quejas.
  • Experiencias subjetivas de pérdida de memoria.
  • Énfasis en los problemas.
  • Angustia por los síntomas.
  • Déficit en habilidades sociales.
  • Problemas con el sueño.
  • Problemas con la alimentación.
  • Ansiedad.
  • Pensamientos frecuentes de muerte.
  • Sentimientos de inutilidad y/o culpa.
  • Disminución de la capacidad para concentrarse o indecisión.