03 May Trabajar la tolerancia a la frustración, clave en el bienestar emocional.
Hoy nos gustaría abordar un tema que creemos realmente importante dada su gran influencia en el bienestar emocional de las personas: la tolerancia a la frustración, algo que nuestros expertos en psicología en Carabanchel gestionan a la perfección con sus pacientes.
Y lo vamos a hacer recordando dos artículos publicados en este espacio: por un lado, recientemente te hablamos de los ataques de ira que sufren muchas personas de manera demasiado intensa o demasiado habitual. Por otro lado, en su día también te hablamos del exceso de perfeccionismo y el miedo al fracaso que lleva a muchas personas a irritarse profundamente, a enfadarse consigo mismas o incluso a procrastinar ciertas tareas porque saben lo que supone enfrentarse a hacerlas de manera obsesivamente “perfecta”.
Pues bien, los temas centrales de dichos artículos -los ataques de ira y el exceso de perfeccionismo- encuentran un denominador común que debe ser trabajado a título personal para vivir de manera más plena y menos sufridora: la tolerancia a la frustración. Y la tuya, ¿qué tal va? A continuación te explicamos un poco más.
La baja tolerancia a la frustración termina estallando.
Al contrario de lo que puedes pensar, aceptar que las cosas no siempre salen como uno quiere sin sufrir por ello no es un signo de pasotismo, ni de resignación ni de conformismo. Es una actitud muy inteligente para llevar una vida más plena y emocionalmente más estable.
Porque por mucho que nos empeñemos, la vida no es perfecta. Es más, la vida no solo no es perfecta sino que, en gran parte, no es controlable por nosotros. Existen multitud de situaciones y circunstancias que se alejan de nuestro control y hacen que las cosas no sean como nos gustaría que fueran o como nos habíamos imaginado que serían. Por eso es tan importante aprender a aceptarlo trabajando la tolerancia a la frustración para no estar condenados al sufrimiento continuo.
Si te paras a pensarlo, cuando algo no sucede como te gustaría solo caben dos opciones: aceptarlo de la mejor manera posible, cambiando aquello que esté en tu mano, o estancarte en por qué no ha sido así, llenándote de negatividad, de enfado, de ira y de victimismo. Escojas la opción que escojas, nada va a hacer que cambie lo sucedido, por lo que… ¿qué sentido tiene optar por la segunda?
Es lógico sentir decepción cuando algo no sale como esperas, igual que es lógico estar triste cuando el resultado no es el deseado. Pero esos sentimientos totalmente normales no pueden ni cronificarse ni intensificarse hasta el punto de afectar a tu estado emocional, determinar tus acciones, hacerte sentir angustia o incluso causarte picos de ansiedad.
Cuatro gestos para trabajar tu tolerancia a la frustración.
Trabajar la tolerancia a la frustración es trabajar la resistencia al fracaso. Es aceptar que nada es perfecto, que a veces se gana y a veces se pierde y que, salvo casos extremos, no pasa nada. A muchos niños, especialmente los criados en ambientes muy protectores y consentidos, esta cuestión les pasa mucha factura en una vida adulta donde no pueden tener todo lo que quieren. ¿Sabes cómo trabajar tu tolerancia a la frustración?
1.- Deja de querer controlarlo todo y a todos:
La necesidad de control no te otorga la capacidad de modificar lo que acontece ni influir en cómo se comportan los demás, pero te priva de tranquilidad y te genera un malestar que podrías evitar.
2.- Intenta no ser tan perfeccionista:
Si buscas la perfección de manera enfermiza en todo lo que haces, corres el riesgo de entrar en un bucle infinito en el que siempre encontrarás una forma de mejorar un resultado que nunca estará “perfecto” para ti. De ahí que debas ser capaz de parar y valorar que has hecho las cosas lo mejor que has podido en el tiempo o con los medios disponibles. Y si el resultado no es el que te gustaría, no pasa nada: lo has intentado.
3.- Establece unas expectativas realistas:
Es ingenuo pensar que las cosas van a salir siempre como queremos como si no existiera la adversidad. Por eso, una buena fórmula para ser más tolerante a la frustración es tener unas expectativas más realistas y desde una perspectiva más amplia teniendo en cuenta el contexto y las posibles circunstancias adversas, y no solo esa idea que tienes en tu cabeza de cómo debería ser.
4.- Sé flexible:
Es imposible no tener sueños o, simplemente, no tener una idea (expectativa) de cómo te gustaría que fueran las cosas. Pero también debes comprender que las circunstancias son cambiantes y que es necesario saber adaptarse a dichos cambios. Si el escenario se modifica, es importante que seas capaz de fluir y modificar también tus pensamientos y tus acciones. No te mantengas rígidamente estancado en cómo pensabas que todo sucedería, porque ahí es donde aparecerá la frustración y el enfado.
¿Crees que necesitas trabajar tu tolerancia a la frustración? ¿Llevas bien que los planes no siempre salgan bien? Si es así, ya sabes que puedes contar con nuestro equipo de psicólogos. En nuestro centro hemos visto cómo este aspecto resulta crucial en muchos casos que tratamos de ansiedad en Pozuelo, siendo gran parte de la raíz de este problema.
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